Leopoldo Lugones. Su historia de amor.

Lugones tenía 52 años, Emilia era veinteañera.

Comenzaron una relación en el año 1926, Lugones le enviaba poesías escritas en castellano, francés e inglés.

Lugones se sentía solo. Adoptó un carácter hosco, que puso de relieve una mañana de 1926, cuando Emilia fue a la Biblioteca del Maestro, que Lugones dirigía, para conseguir un ejemplar de su libro «Lunario Sentimental».

La obra, editada en 1909, estaba prácticamente agotada y Emilia debía leerla como tarea asignada en el Instituto del Profesorado, donde estudiaba.

A partir de ese encuentro, Lugones quedó encandilado y escribiría poco después.

«Lo que aquella tarde me cambió la vida, dejándola a la otra para siempre atada, fue una joven suave de vestido verde, que con dulce asombro me miro callada».

Lugones y Emilia vivieron un amor a escondidas, principalmente del hijo del poeta.

Leopoldo «Polo» Lugones, argentino 1897-1971, único hijo del Poeta fue designado en 1930 por la dictadura de José Félix Uriburu argentino 1868-1932, comisario inspector de la Policía, donde dio rienda suelta a sus métodos de tortura, que incluyó la invención de picana eléctrica, que aplicó en sus tenebrosos interrogatorios en la Penitenciaría Nacional, ubicada en lo que hoy es el Parque Las Heras.

Fue por 1932 o 1933 cuando «Polo» Lugones visitó a los padres de la joven Emilia, Domingo Santiago Cadelago, ingeniero de la Armada, y su esposa Emilia Moya, en su casa de Villa del Parque.

El motivo de la visita, fue comunicar al matrimonio el amor oculto de su hija y su padre.

Les dijo que hacía tiempo hijo  único del poeta, se enteró y sabía nombres, fechas, domicilio, dado que había intervenido tanto el correo como la línea telefónica, y les advirtió, que si esa relación no concluía, él comenzaría los trámites para declarar insano a su padre.

El vínculo de Lugones padre con «Polo» era malo. En una reunión social, cuando a  Lugones le preguntaron por su hijo, el Poeta respondió: «No me hable usted de ese esbirro».

Sin embargo, las amenazas tuvieron el efecto deseado. Lugones y Emilia nunca más se volvieron a ver y el Poeta se dirigía a ella a través de potentes cartas.

«Ayer mientras iba del Círculo a La Fonda, ¡tenía tanto deseo de verte!. Me parecía a cada instante que serías una de todas; y todas eran feas, vulgares, tontas, cursis. Y la primavera se quedó triste sin su golondrina».

Emilia siempre culpó al hijo de Lugones del estado de profunda depresión del Poeta, que lo terminó llevando al suicidio, y que la principal causa de ese desenlace fue que Polo amenazó a los padres de Emilia para interrumpir el vínculo entre ellos.

Polo nunca más se refirió a esta cuestión. Solo dejó entrever algo en un prólogo que escribió en la década del 70, en una selección de prosa y verso de su padre.

«Una tremenda realidad, compuesta de pena, soledad y angustia precipita al ser y lo despeña en la eternidad». Polo, a quién el diario Crítica mencionaba como «el torturador Lugones», se suicidaría en 1971.

Emilia Cadelago fallecería, soltera, el 12 de mayo de 1981. Su última voluntad fue que la enterrasen con un gato de peluche que el Poeta le había regalado. Nunca lo había olvidado.

Leopoldo Lugones se suicidó en el recreo «el tropezón» ubicado en el Tigre, mezclando whisky con cianuro, el 18 de febrero de 1938. Antes de su decisión escribió «Bien amar y bien morir» a Emilia.

Lo transcribimos:

Bien amar y bien morir

son al fin la misma cosa,

Como mi muerte amorosa

lo va pronto a definir.

Tú lo has querido y justo es,

que siendo tuya mi vida,

ya sin objeto rendida,

la eche en un beso a tus pies.

Ni me queda más destino

ni quiero suerte más bella,

desde que eras tú la estrella

que alumbraba mi camino.

Nadie debe lamentar

resolución tan sencilla:

cuando el astro ya no brilla.

los ojos hay que cerrar.

Fuente- HistoriaxRedes

Leopoldo Lugones fue un poeta

Foto- infobae.

Guper.

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