La adicción encubierta de comprar de manera compulsiva ha empeorado con la crisis y el auge de las nuevas tecnologías, al incrementar los problemas económicos de los compradores y volver vulnerables a adolescentes obsesionados por adquirir lo último en videojuegos y telefonía móvil.
«Con la crisis se dice que hay que ahorrar porque no hay trabajo, pero al comprador compulsivo no le importa porque no tiene una idea muy clara y piensa que cuando vaya a comprar le va a venir el dinero de alguna manera», ha asegurado Hilda Messer, pedagoga brasileña afincada en Málaga que imparte cada jueves «el único taller terapéutico en España destinado a compradores compulsivos» en la sede malagueña de la organización de consumidores Facua.
En este sentido, Messer, ex compradora compulsiva, ha explicado que en la actual situación económica los afectados por esta dependencia se gastan el poco dinero que tienen en compras y cuando lo agotan, se endeudan con créditos o incluso roban en su trabajo o a sus familiares.
Entre las causas que mueven a comprar de forma desmesurada no se encuentra la necesidad, sino un descontrol de los impulsos y un pensamiento irracional que surge de una necesidad emocional, de la falta de autoestima, de un vacío o de la imposibilidad de soportar frustraciones y problemas, ha afirmado Messer.
La utilidad tampoco es motivo porque los adictos a las compras no estrenan sus adquisiciones y las acumulan en casa produciéndoles un sentimiento de culpabilidad que les mueve a volver a las tiendas, a veces a escondidas, para quitárselo y sentirse feliz. «Es un círculo vicioso y una enfermedad muy difícil», ha manifestado la pedagoga.
Respecto a la forma de detectar a los compradores compulsivos, Messer ha declarado que es una «adicción encubierta» porque la persona no reconoce que tiene un problema y ve normal su comportamiento», ya que vive en una sociedad «totalmente consumista».
En cuanto al perfil, la pedagoga ha indicado que afecta más a mujeres que a hombres y que la edad oscila entre los 30 y los 40 años, aunque el auge de las nuevas tecnologías ha originado una nueva clase formada por adolescentes cuya «única forma de ocio es salir a adquirir el último videojuego que ha salido al mercado».
Los coleccionistas son otro colectivo susceptible de caer en esta dependencia -similar al alcohol, las drogas o el juego- ya que se afanan en comprar todos los artículos de una determinada gama de artículos.
Por su parte, el presidente de Facua en Málaga, Manuel Sánchez , ha asegurado que a raíz de conocer la experiencia de Messer consideraron el taller para compradores compulsivos un servicio «absolutamente necesario» porque «estamos rodeados de muchas personas que pueden serlo».