La encina es , sin duda, el árbol más representativo de la región mediterránea occidental.Su importancia para los ecosistemas de estas zonas es decisiva y su eliminación del paisaje , de forma natural o artificial por la mano del hombre , suele ser el preludio a un lento pero inexorable proceso de desertización.Se calcula que cerca del 80% de la superficie de la península Ibérica de hace sólo 2000 años estaba cubierta de encinas y sus parientes , los robles y alcornoques.El medio en el que la encina crece es duro y exigente , pero en su lenta evolución la especie ha logrado llegar a un grado de adaptación idóneo. En las frescas noches de mediados de otoño ,cuando el gran búho inicia su jornada diaria de caza , una familia de jabalíes desciende al encinar. Las bellotas ya maduras han caído al suelo y de ellas dan buena cuenta los hambrientos suidos; con su fuerte jeta desentierran las que han podido quedar ocultas y los pequeños jabatos corretean mientras saborean el dulce alimento. Sin embargo ,después de que se han ido , satisfecho el hambre, quedan todavía bellotas suficientes para alimentar al ciervo que acude a buscarlas , para caer bajo los dientes afilados de ratones , lirones y muscardinos o ser degustadas por el fino paladar de una liebre.Incluso el ganado doméstico sabrá deleitarse con el fruto . Pero no sólo son las bellotas caídas las que atraen a los comensales . Las que aún penden de las ramas , a punto de caer una vez finalizada su maduración, son un bocado muy apreciado por torcaces , grullas y arrendajos. Continuar leyendo «Encina – Árbol de la península Ibérica»