Agatha Christie.

Agatha Miller, más tarde conocida como Agatha Christie, mostró  un notable talento para la escritura incluso en sus primeros años.

Nacida en 1890 en Torquay, Inglaterra, Agatha creció en un hogar que fomentaba la creatividad y la imaginación.

Su madre, Clara, insistió en que no aprendiera a leer hasta los ocho años, pero Agatha aprendió sola a los cinco.

Esta temprana independencia y curiosidad prepararon el terreno para su amor por las historias que duraría toda la vida.

De niña, Agatha creaba historias para su familia, inventando personajes ficticios y elaborando tramas intrincadas.

Llevaba diarios y escribía poemas y cuentos cortos, lo que insinuaba a la creatividad que con el tiempo cautivaría a millones de personas.

Durante la Primera Guerra Mundial, mientras trabajaba como enfermera, recurrió a la escritura como una forma de escapar de las duras realidades que la rodeaban.

Sus primeras obras fueron rechazadas por los editores, pero ella persistió, refinando su arte y aprendiendo de cada revés.

Su gran éxito llegó con El misterioso caso de Styles en 1920, que presentó al ahora famoso detective Hércules Poirot.

La metódica atención de Agatha a los detalles, combinada con su habilidad para crear suspenso, rápidamente le valió la reputación de ser la «Reina del Misterio».

Con el paso de los años, sus novelas se hicieron famosas por sus ingeniosas tramas, giros inesperados y personajes inolvidables, lo que la convirtió en una de las autoras más vendidas de todos los tiempos.

La ética de trabajo de Agatha y su pasión por contar historias, la mantuvieron escribiendo hasta el final de su vida.

Escribió 66 novelas policiales, 14 colecciones de cuentos y la obra de teatro de mayor permanencia en cartel en el mundo, La ratonera.

Sus historias siguen resonando entre los lectores, lo que demuestra que sus primeros dones como escritora se convirtieron en un legado literario extraordinario.

Fuente— Leer Es Un Placer.

Administrador– César Garmendia

Guper

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