Alejandra Pizarnik. Escritora y poetisa surrealista argentina.29 de abril 1936-25 de septiembre de 1972.
Hoy escribo sobre una brillante escritora, traductora, pintora argentina. Dejó obras escritas muy buenas, en ellas devela perturbaciones emocionales que nos sirven de conciencia para pensar los motivos por los cuáles las personas se sienten marginadas y es siempre lo mismo, todo comienza en el hogar. En el caso de Alejandra, propensa a engordar, rebelde, dueña de una inteligencia deseada por muchos, pero para su madre, que la comparaba con la hermana mayor, resaltando siempre sus atributos físicos, algo que para la época era más valioso que el hecho de ser independiente, y querer sobresalir del resto por cuenta propia gracias a su trabajo personal.Creció en una familia de inmigrantes de Europa Oriental, con ascendencia judía en Rusia.La Segunda Guerra Mundial y el horror de saber que parte de su familia fue masacrada en Rivne(Ucrania), la llevó a profundizar en la muerte. De adolescente, el acné, su forma de ser excéntrica y su rebeldía la hacían demasiado diferente para los parámetros de la época, una joven que ningún padre quería tener.Apasionada lectora, ingresó a la Facultad de filosofía y letras de la Universidad de Buenos Aires en 1954,a su vez estudia periodismo y,pintura con Juan Batlle Planas, luego abandona la pintura y la filosofía, para dedicarse exclusivamente a escribir.Su vida, su lectura, fueron transformando y construyendo su personaje poético, la atracción a la muerte, la orfandad, la voz interna, lo onírico.En sus pinturas nota cierta depresión y se da cuenta que necesita terapia, acudiendo a León Ostrov. El tratamiento se interrumpió transcurrido poco más de un año, pero el profundo interés de ambos por la filosofía y la literatura derivó en una relación de amistad que se afianza durante los años en que Alejandra residió en Francia(París 1960-1964).El libro Cartas, publicado por Andrea Ostrov , reúne cartas inéditas de la vida parisina de Alejandra, donde habla de las nuevas relaciones que establece con Simone de Beauvoir, Julio Cortázar,Marguerite Duras, Octavio Paz, André Pieyre de Mandiargues, Eduardo Jonquiêres,la precariedad económica de los primeros tiempos, el vínculo ambivalente con su familia,los desafíos, logros y dificultades de su proceso creador, pero fundamentalmente los profundos terrores y angustias que le atraviesan en los momentos de depresión más devastadores.La confianza depositada en su ex-analista y el esfuerzo de éste por sostenerla a pesar de la distancia otorgan a estas cartas algo particular que las distingue de muchas de las dirigidas a otros destinatarios.La vuelta a Buenos Aires la devolvió a su inquietud cotidiana,a pesar de que también allí contaba con un entorno intelectual acogedor,como su amiga Olga Orozco o Mujica Láinez, con quien realizó una exposición de sus dibujos y pinturas.Obtuvo las dos becas americanas más prestigiosas para continuar su carrera triunfante en Nueva York, pero tampoco allí se sintió a gusto. Su regreso definitivo la enfrentó a esa inhabilidad suya para lo práctico, a ese sentimiento de no ser de este mundo, a dos intentos de suicidio y a su propio infierno interior.Sus amores turbulentos,infortunados o no correspondidos, su bisexualidad, rechazada por su familia y nunca reconocida abiertamente. Alejandra Pizarnik :(la última poeta maldita), se levantó, apago su cigarrillo, camino pausadamente, hacia su cuarto de trabajo, agarró una tiza y escribió en el pizarrón : «No quiero ir nada más que hasta el fondo». La encontraron una semana después.Con solo 36 años en la madrugada del 25 de septiembre de 1972, Alejandra tomó una dosis letal de un somnífero y falleció.Toda la poesía de Pizarnik gira alrededor de dos polos magnéticos: su infancia en Buenos Aires, la ciudad que escogió para morir, y su fascinación por la muerte, finalmente también elegida.