DON JOSÉ BATLLE Y ORDÓÑEZ.

En nombre de la bancada del Frente Amplio asumimos la responsabilidad, y les agradezco a mis colegas, a mis compañeros, por adherir a esta iniciativa del Edil Fitzgerald Cantero, del Partido Colorado, de hacer una sesión especial en torno a la personalidad de don José Batlle y Ordóñez. Efectivamente, como dice la Edila Glenda Rondán, no es fácil hacer una semblanza, abarcar en el análisis una personalidad tan trascendente en la vida política nacional, en la historia del país, en la historia del continente americano. Podemos ubicarlo al lado de los grandes de América: de Mariátegui, en Perú; de Mitre, en Argentina; o de los grandes héroes como Martí, Bolívar, O’Higgins,Tiradentes y por supuesto, del padre de nuestra patria, don José Gervasio Artigas, porque la personalidad de José Batlle y Ordóñez trasciende el Uruguay, es un hombre de continente y del mundo. Él supo traer de Europa, en sus años juveniles, contactos, experiencias, conocimientos, que trató de adaptar a la realidad de nuestro país, país que, como bien decía el Edil Fitzgerald Cantero, en aquel entonces era una aldea; había casi un millón de habitantes en todo el Uruguay. Además, era un país que venía de profundas guerras civiles, como fríamente relata Hudson en su libro «La tierra purpúrea»; un país que, aunque salía de dos dictaduras militares terribles, como fueron las de Latorre y Santos, podía empezar a construir una civilidad y una democracia republicana basada en los principios elementales de los tres poderes del Estado.

El país también luchaba por abrir campo a lo nuevo que surgía en el mundo: las técnicas de producción, las técnicas en el transporte. Aparecen en Uruguay los ferrocarriles. Los saladeros pasan a ser sustituidos por sistemas de enfriamiento de las carnes: los frigoríficos; hay barcos frigoríficos que van hacia el mercado europeo, particularmente al mercado inglés. Asimismo, también se va desenvolviendo una industria nacional, nativa: en Uruguay se empiezan a producir cosas para el consumo interno, a través de industriales, artesanos y grandes iniciadores de las formas de producción, que le fueron dando al país una capa social que nos ha ido identificando como un país de capas medias. A su vez, generó la base de un Estado basado en una concepción liberal, pero no liberal ortodoxa, sino liberal progresista; se ha dicho que estaba inspirada en el liberalismo de George, de origen norteamericano. También en Estados Unidos, luego de la gran guerra civil de 1865, se abría un marco de afirmación del país como potencial industrial.

Entonces, había diferentes concepciones. ¿Hasta dónde la propiedad privada debía ejercer el dominio y el control absoluto de la producción, del intercambio y, por supuesto, de las ganancias que generaba ese proceso productivo?¿Cómo el Estado debía influir y participar de tal manera que protegiese, por un lado, al capital y, por otro, al eslabón más débil en esa cadena productiva, que eran las masas trabajadoras? Batlle, como bien decía la Edila Rondán, adhería a la concepción filosófica de Krause, pero la filosofía de Krause era panteísta, no monista. Se puede decir que Krause también bebió y se nutrió de esa filosofía alemana tan poderosa, tan arraigada en esa Europa medieval, y luego en esa Europa que se descubría en la frontera del desarrollo del industrialismo moderno y del advenimiento de las capas burguesas, con la Revolución Francesa. Nietzsche,Schopenhauer, Hegel…. Hay algo de Hegel en Krause. Batlle adopta precisamente esa filosofía de la naturaleza del espíritu y del humanitarismo, por eso concibe un Estado no absoluto, un Estado que comparta con el capital la esencia del desarrollo nacional. De ahí las teorías sociales de Batlle y Ordóñez, compartidas por los socialistas de la época y no compartidas por los anarquistas, porque todo transcurre en un cuadro de grandes contradicciones: contradicciones en las ideas, contradicciones en el espíritu, contradicciones en los fines; quizás en los medios había acuerdo, pero no había acuerdo, en los fines. Entonces, de ahí surge la inmensa personalidad de don Emilio Frugoni, crítico de Batlle y, a veces, su aliado. La teoría de Batlle de un país con un Gobierno colegiado, inspirada en las mejores experiencias europeas, apuntaba a romper con esa experiencia negativa del autoritarismo, del militarismo, del absolutismo en el Estado, y lo acercaba a posiciones socialistas, aunque desde el punto de vista filosófico Frugoni era marxista y Batlle era krausista. Claro, ustedes se preguntarán cómo este hombre que habla tan bien de Batlle no es krausista. Porque yo creo que habría que haber ido más lejos, un poco más lejos, en la teoría de la filosofía, en la interpretación de la realidad, de la naturaleza, de la sociedad, del mundo, de la historia y del papel decisivo que los hombres juegan en la producción. Teniendo en cuenta ese papel que juegan los hombres en la producción es que me hice adepto a las teorías de Engels y de Marx, discípulos de Hegel, quien fue el descubridor de la concepción dialéctica de la vida. Como decía Heráclito, nadie puede bañarse dos veces en las mismas aguas de un río: todo fluye, todo cambia, todo se transforma. Ese cuadro de filosofía y de construcción de un país….. Porque tenemos qué era Montevideo. Ahí tenemos la declaración de 1828 en Río de Janeiro, cuando Brasil y Argentina, con el aval de Lord Ponsonby, declaran que la Provincia de Montevideo- según dice textualmente-se regirá por un sistema electo por las diversas poblaciones sin participación del Ejército. El Ejército quedará en la muralla, dentro de esta muralla de la calle Ciudadela, y las poblaciones elegirán a sus delegados para generar una Constitución, la cual se resolvió en 1830: la Constitución de los tres poderes de Montesquieu, inspirada naturalmente en el republicanismo de la revolución francesa y en la revolución norteamericana.

Ese cuadro de formación del país, de identidad, ¿se concebía en el camino de una filosofía radical, o en el de una filosofía que contemple los aspectos radicales y los aspectos conservadores que tiene el desarrollo de la sociedad?Se puede decir que Batlle quedo ahí, y nos ha dado- como aquí se ha dicho- una nación con un Estado afirmado, con una concepción progresista que aprendió en su juventud. No voy a referirme a la visita de Batlle a Buenos Aires, cuando tuvo que irse del país porque lo amenazaron de muerte(…..)No voy a describir toda la entrevista que le hace el periodista argentino. Pero dice:

«Su aspecto simpático, sus modales suaves y el tranquilo método de su raciocinio, no denotan al hombre de pasiones vehementes;»- al que se refería la Edila Glenda Rondán- «pero las líneas enérgicas y bien determinadas de su rostro dicen con claridad que hay allí elementos suficientes para la formación de su carácter vigoroso. José Batlle y Ordóñez figura en primera línea, entre los jóvenes de su patria…»

Luego dice:

«Después del último movimiento revolucionario – en que tomó parte, organizando aquí en Buenos Aires un batallón»- todavía existe ese cuartel donde se organizaban los jóvenes en 1886 para cruzar en lanchones el río Uruguay y dar la batalla en el Quebracho-» con la mejor juventud montevideana, José Batlle creyó que si la columna revolucionaria había perecido en el Quebracho, la idea de la revolución quedaba triunfante en el espíritu público»- se perdió en lo material, pero se ganó en la conciencia: eso fue así- «y que si nada habría que hacer ya con el remington del soldado, mucho podía hacerse aún con la pluma del periodista. Creía también que el santismo reaccionaría después de aquel esfuerzo popular, y que tal vez los hombres de pensamiento contribuirían a esa reacción con una propaganda moderada».

De ahí surge esa gran iniciativa, ese gran baluarte de la lucha por las ideas que fue el diario»El Día», que además nace en el año de los Mártires de Chicago. Cuando en 1886, en Chicago, eran ahorcados los trabajadores que peleaban por las ocho horas, aquí nacía el diario «El Día». Precisamente nos referimos a un hecho sustancial. Ya finalizo; no me quiero extender no porque el tema no me apasione, sino por consideración a ustedes. El acta de la sesión en que se aprobó el proyecto de ley de ocho horas que salió en 1915 durante el Gobierno de Batlle y Ordóñez-y que fue ardientemente defendido por su gran amigo, compañero y luchador don Domingo Arenas-al final dice: «El final de la sesión según glosa en el Acta de esta 27º Reunión Extraordinaria, es así:

«Señor Presidente- En discusión. «Se va a votar»»Si se aprueba». Se refiere a la Ley de las Ocho Horas.

«Los señores por la afirmativa, en pie». Todos los senadores votaban de pie.

«(…..)Queda sancionado el proyecto y se comunicará al Poder Ejecutivo.(Aplausos en la barra).

«Le está prohibida a la barra toda clase de manifestaciones; si no, va a ser desalojada».

Así se sancionó la Ley de Ocho Horas. Debo decir con orgullo que ahora,102 años después, esta ley se ha extendido a los peones de campo, a los peones arroceros, a los peones monteadores; era una carencia que tenía esta ley desde su vigencia.

Por lo tanto, señora Presidenta, termino diciendo que Batlle y Ordóñez no era intransigente ni un abusador del poder, como alguien ha dicho o escrito. Batlle y Ordoñez fue, sin la menor duda, un hombre polémico. Él tuvo que afrontar acontecimientos durísimos de la República como, por ejemplo, el abrazo con el general Galarza, en Peñarol, en donde estuvo Urquiza. En 1830, cuando en el Cabildo se aprueba la primera Constitución del país, el general argentino Urquiza estuvo presente como garantía de que nacía la República Oriental del Uruguay. En Peñarol se dio el abrazo entre el general Galarza y Batlle; no fue un abrazo simpático, porque eran dos personalidades muy fuertes; uno era un civilista y el otro era un militar. Sin embargo, Batlle supo encauzar ese proceso, como bien decía el Edil Lafigliola. El triunfo militar que generó en 1904, luego no se transformó en un aplastamiento político de la oposición, de sus contrincantes. Hubo encuentros y desencuentros, pero lo que precisamente trasciende de la personalidad de Batlle fue el haber generado un proceso en el cual los orientales se reencontrasen. De ahí su proyecto para aprobar una nueva Constitución en 1916. La primera Constitución fue en 1830 y, luego, en 1916, vendría la otra Constitución, que efectivamente se aprobó con modificaciones hechas por la gente.

Batlle también tuvo que afrontar divergencias internas, porque todo partido tiene corrientes, tendencias. Tuvo que afrontar a minorías decisivas del riverismo, a las del vierismo, el sosismo, y a los colorados netos. Había confrontación porqué también se manifestaba en ciertos sectores del propio Partido Colorado que ese batllismo de honda raíz popular-los «candomberos», como llamaban algunos-, que esos colorados no solamente eran masa del pueblo, populistas, sino que también eran otra cosa. Él supo llevar el barco, y así surgieron como Presidentes Viera, Campisteguy, Baltasar Brum. Tuvo que morir Batlle para tener que vivirse la gran vergüenza que supuso la dictadura de Terra, en la que los batllistas terminaron en la Isla de Flores abrazados con los socialistas, con los comunistas, con los blancos independientes y con todos los que estaban contra esa dictadura.

Por lo tanto, señora Presidenta, como decía Batlle:»¡arriba los corazones!»; pero nosotros también reafirmamos: ¡arriba los orientales que luchamos por un país mejor, no solamente para todos los orientales, sino entre todos los orientales y «orientalas»!

Fuente: Personalidades Batllistas-vistas por un progresista-

Sr. Dari Mendiondo Bidart.

Deja un comentario