Estaba amaneciendo cuando lo llevaban a fusilar . Iba sentado en el fondo de la camioneta con las manos atadas a la espalda y durante el viaje hacia la muerte trató de consolarse imaginando el fin del mundo . Una detonación cósmica había destruido la Tierra y su lugar en el espacio lo ocupaba ahora el vacío absoluto . No había servido de nada haber escrito el Quijote , haber sido Miguel Angel , haber dudado como Hamlet o haber ganado una gran batalla . Si la historia no era más que un sueño que ya había sucedido , ninguna importancia tenía morir ahora , inocente o culpable . Eso pensaba el reo hasta llegar a una ladera llena de flores silvestres donde fue apeado ante el pelotón de fusilamiento , que estaba al mando de un capitán avezado en esta clase de ritos . Continuar leyendo «La condena y el indulto»