Árbol Gomero y escultura Atlas.

Existe un árbol en la ciudad de Buenos Aires, Argentina que se estima fue plantado alrededor del año 1800. Un famoso árbol «Gomero» en el barrio de Recoleta, en Plaza Juan XXIII.

El árbol es tan grande que un artista hizo una estatua para sostener una de las enormes ramas.

La escultura se llama Atlas, el hombre que sostiene al árbol más longevo de la ciudad.

Guper.

El Atlas, una escultura en Recoleta

Foto de La Nación.

Los Higos no son frutas.

Un higo no es una fruta cualquiera, de hecho, ni siquiera es una fruta. Estrictamente hablando, los higos son flores invertidas. Las higueras no florecen de la misma manera que otros árboles frutales, como los almendros o los cerezos.

Los higos tienen una historia muy interesante. Primero, técnicamente no son una fruta, sino una infrutescencia ( un conjunto de frutas).

Segundo, necesitan la intervención de una avispa para reproducirse, la cual muere dentro del higo.

En pocas palabras, los higos son flores invertidas que florecen dentro de un capullo oscuro con tonos rojizos. Cada flor produce una nuez y una semilla llamada «aquenio». El higo está formado por varios aquenios, que le dan su textura crujiente característica.

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Aruera, árbol.

Lithraea brasiliensis, llamada comúnmente aruera, es una especie arbustiva o arbórea de 2 a 9 metros de altura, perteneciente a la familia de las anacardiáceas. Es nativa del centro-este de América del Sur, en el nordeste de la Argentina, Bolivia, el Cerrado de Brasil y Uruguay.

Científicos estudian los compuestos alérgenos de la especie nativa; ya identificaron a 13 solamente dentro de las sustancias volátiles

María de los Ángeles Orfila 

Buenos días, señora Aruera(si es de noche);buenas noches, señora Aruera(si es de día). La leyenda indica que las arueras(Lithraea molleoides y Lithraea brasiliensis), especies forestales nativas,(Uruguay), hay que tratarlas con respeto si no se quiere sufrir las consecuencias: «A unos les pone el cuerpo como si tuviera picado de sarampión. A otros los llena de turgencias, dejándolos como lazarinos. Éntrales una fuerte comezón,  hínchanse, dales fiebre y mareo, tómanseles de sangre los ojos y núblaseles la vista»,  escribió D. Daniel Granada en Supersticiones del Río de la Plata de 1896.

La razón, obviamente, no es que este árbol extremadamente común en Uruguay sea la reencarnación de un «ser maléfico» o una indígena despechada que quiere dañar a los hombres» como se ha transmitido por varias generaciones. Continuar leyendo «Aruera, árbol.»