El primer hombre con el chip Neuralink de Elon Musk.

Desde su accidente en 2016, Noland Arbaugh vivía sin poder moverse ni jugar. Ahora, gracias a un dispositivo que conecta directamente su cerebro a un ordenador, ha recuperado parte de su libertad.

Cuando Noland Arbaugh despertó de la cirugía que cambiaría su vida, lo hizo con la idea tan extraña como reveladora: podía mover el cursor en la pantalla sin mover un solo músculo. Solo pensarlo. Aquel gesto diminuto–intuir el movimiento de un dedo que ya no responde — había abierto una nueva puerta en el umbral de la tecnología humana.

Con tan solo 30 años y después de ocho largos años de parálisis total desde el cuello, Arbaugh se convirtió en el primer ser humano en llevar implantado un chip de Neuralink, la empresa neurotecnológica de Elon Musk.

Aunque no es el primer dispositivo de este tipo — otras empresas como Synchron ya han desarrollado tecnologías similares–, la implicación de Musk en Neuralink ha arrojado sobre este caso una visibilidad extraordinaria. Pero Noland es el primero en recordarnos que lo importante aquí no es la fama, ni siquiera la figura magnética del magnate tecnológico. Lo verdaderamente crucial, dice, es el poder de la ciencia para cambiar vidas.

ASÍ FUNCIONA

El chip implantado en su cerebro no es magia ni ciencia ficción, sino el fruto de décadas de investigación en el campo de las interfaces cerebro- computadora (BCI, por sus siglas en inglés). Este dispositivo es capaz de leer las señales eléctricas mínimas generadas por los pensamientos motores y transformarlas en comandos digitales.

El implante de Neuralink, consiste en un chip de aproximadamente 23mm de diámetro y 8 mm de grosor, equipado con 1,024 electrodos distribuidos en hilos ultrafinos y flexibles. Estos hilos se insertan en áreas específicas del cerebro mediante un robot quirúrgico especializado, capaz de implantar hasta seis hilos por minuto con precisión milimétrica.

Una vez implantados, los electrodos detectan las señales eléctricas de las neuronas, que el chip procesa y transmite de forma inalámbrica a dispositivos externos, permitiendo al usuario controlar interfaces digitales mediante el pensamiento.

Así, Noland ha vuelto a escribir, a navegar por internet y, quizás lo más conmovedor, a jugar al ajedrez y videojuegos con sus amigos, algo que había dado por perdido tras su accidente de buceo en 2016.

«Perdí toda privacidad, toda independencia. Es un aprendizaje brutal aceptar que necesitas ayuda para absolutamente todo», ha confesado a la BBC. Hoy, esa carga se ha aligerado. Controlar una computadora con el pensamiento es mucho más que un truco futurista: es una forma de recuperar la voz, la autonomía y la dignidad.

«Crecí jugando videojuegos», dijo Noland. Y agregó que fue algo que «tuvo que dejar ir» cuando quedó discapacitado. «Ahora les gano a mis amigos en los juegos, algo que realmente no debería ser posible, pero lo es».

Pero el camino no ha sido tan simple ni libre de sombras. En un momento, el dispositivo falló y Noland perdió el control de su computadora. La desconexión parcial entre el chip y su cerebro lo sumió en una angustia inesperada. Afortunadamente, el equipo de ingenieros ajustó el software, restaurando e incluso mejorando la conexión.

DEBATE SOBRE LA PRIVACIDAD

Más allá del caso personal, Neuralink y sus equivalentes en otras compañías abren un debate profundo sobre los límites éticos y la privacidad en una era donde los pensamientos pueden convertirse en datos. El neurocientífico Anil Seth, de la Universidad de Sussex, advierte: «Cuando permitimos que la tecnología acceda a nuestra actividad cerebral, cedemos algo más que control: entregamos lo que pensamos, sentimos o creemos.

Sin embargo, Noland no se detiene en las advertencias. Él sueña con más: con controlar su silla de ruedas con la mente, con manejar un robot que lo asista, con desafiar lo que aún creemos imposible.

Las posibilidades son enormes. Otras empresas, como Synchron, han desarrollado dispositivos menos invasivos, insertados a través de las venas del cuello y conducidos hasta el cerebro. Uno de sus usuarios incluso ha logrado combinar el implante con las gafas Vision Pro de Apple para experimentar paisajes virtuales, viajando con la mente a montañas y cascadas que sus piernas ya no podrían alcanzar.

No obstante, para Noland hay un plazo: seis años de estudio con Neuralink. Después, su futuro tecnológico es incierto. ¿Le quitarán el chip? ¿Le instalarán una versión mejorada? Las preguntas abundan, pero él no se agobia. Está decidido a ser parte de esta historia, incluso si el camino implica tropiezos, frustraciones y dudas.

Fuente- NATIONAL GEOGRAPHIC ESPAÑA

CIENCIA  –  TECNOLOGÍA

Por: Sergio Parra — PERIODISTA ESPECIALIZADO EN TEMAS DE CIENCIA, NATURALEZA, TECNOLOGÍA Y SALUD.

Noland Arbaugh asegura que su

Fotografía-  Nolan Arbaugh. —– infobae —-

Guper.

 

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