Hermosa historia para pensar.

John Blanchard, acudía a la biblioteca a ver los estantes de los libros de diferentes temas. Era un hombre muy culto. En cierta ocasión al acudir en su búsqueda habitual de libros, encuentra uno que le llama mucho la atención. No por su contenido, sino por las notas que tenía escritas en lápiz… percibió en ellas, una mente reflexiva, un gran corazón y un alma sensible.

En la contratapa se encontraba el nombre de la anterior dueña del libro, «Holliz Meiner». Algo le produjo una incontenible necesidad, con mucho tiempo y esfuerzo, se dio a la tarea de localizarla.

Parecía imposible, pero después de un buen tiempo… encuentra su dirección en Nueva York y le envía una carta.

Se presenta y la invita a corresponderle.

Pero al día siguiente, John fue enviado a servir al otro lado del océano. Esto fue, en tiempo de la segunda guerra mundial.

Durante 13 meses se enviaron mucha correspondencia, y así  se fueron conociendo.

Esas cartas eran semillas que caían en corazones fértiles !…. comenzó a florecer un precioso romance.

En varias ocasiones, él le pidió que le enviara una foto….. a lo cual ella contesto una y otra vez ….. que si estaba interesado de verdad, no tenía que importarle su apariencia….

Recalcando «A mí me interesa que conozcas mi corazón», mi alma, lo demás no interesa.

Después de ese año a John lo dan de alta. El preparó su regreso, arreglando su primer encuentro entre ellos…. Sería a las 7:00 de la tarde, en la estación situada en Nueva York. Ella le escribe: me reconocerás por una orquídea que llevaré en la solapa de mi vestido. Ese día John a las 7:00 busca al corazón que amaba, pero que no conocía.

Era una cita a ciegas !.

Y este es su relato: Llegué a la estación….. vi que una mujer se acercaba a mí….. Era mucho más bella de lo que me había imaginado…. delgada, con una figura armoniosa, tez blanca, ojos bien grandes y expresivos, una sonrisa que enamoraba, cabello dorado recogido impecablemente debajo de un sombrero adornado con flores, y unos labios muy sensuales. Estaba enfundada en un maravilloso vestido verde. Me acerqué a ella lentamente, olvidando el detalle de la orquídea que no llevaba así que cuando estaba cara a cara la dama lanzó una sonrisa provocativa… y me dice:

– Mira por dónde caminas marinero…. y acto seguido siguió su camino. Entonces tras ella aparece una dama…. con un vestido viejo, en él estaba la orquídea… se notaba que no pasaba por sus mejores años… su pelo estaba desprolijo y llevaba un viejo sombrero. Era más bien retacona y con pies y tobillos gruesos….. tenía unos zapatos de tacón bajo, maltratados por el tiempo….

Mientras la observaba, la hermosa dama del vestido verde se alejaba cada vez más.

En ese momento estuvo tentado de salir corriendo, perderse entre las personas….

Ella jamás sabría si fue a la cita… pero a la vez, se sintió un canalla, esa mujer le había levantado el espíritu durante la guerra y en sus cartas demostraba tener un alma sensible y un buen corazón.

La desilusión fue tremenda… no era lo que esperaba.

Pero era un caballero, así que, respiró profundo y se acercó… se presentó..

Yo soy John Blanchard, me permite invitarla a cenar ? «Me alegro que finalmente nos conociéramos personalmente !». La mujer sonrió tiernamente y le dijo: – Mire, no se de que se trata… pero la mujer  que acaba de pasar, la de vestido verde, me dijo que llevara esta orquídea en mi abrigo, y dijo que si me invitaba a cenar, yo le debía decir que ella lo estará esperando en el restaurante que está al otro lado de la calle.

Me dijo que esto era una prueba muy importante para ella… porque necesitaba que usted amara lo que nadie más…. su esencia.

Fuente- Viviana Escobar.

Crédito del autor. #Fomentandolalectura

Guper.

Foto una orquídea rosa con una flor blanca en el centro.

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