FUMAR MARIHUANA Y CONDUCIR

Según un estudio realizado recientemente en Canadá y publicado por el British Medical Journal, fumar marihuana hasta tres horas antes de conducir hace que la probabilidad de sufrir un siniestro vial sea prácticamente el doble que sin presencia de esta droga en el organismo, siendo especialmente graves los siniestros donde ha habido consumo de cannabis.

La preocupación por la presencia de drogas al volante aumenta a medida que aumentan también los hábitos de consumo del cannabis. Si en 1996 los conductores canadienses fumaban porros en un 1,9 % de los casos, ocho años después ese porcentaje se elevaba al 4 %. Por su parte, el Observatorio Europeo de las Drogas indica que el consumo de cannabis entre los conductores de países como Reino Unido, Dinamarca, Países Bajos, Noruega, Estados Unidos y Australia se sitúa entre el 0,3 y el 7,4 %.

De todas formas, a raíz del estudio, efectuado sobre un total de 49.411 víctimas, no hay datos suficientes como para establecer una conexión clara entre la cantidad exacta de droga presente en el organismo y la gravedad de la colisión. Esto pone una traba a la pretensión que tienen algunos organismos de gestión del Tráfico sobre fijar unos límites legales para el consumo de drogas a la hora de ponerse al volante.

¿Cuál es el problema? Que tampoco hay pruebas realmente eficaces para demostrar el grado de incapacidad. De hecho, los investigadores canadienses dicen que necesitan ahondar más en este tipo de estudios incluso para demostrar científicamente que fumar cannabis es un factor que contribuye a las colisiones de menor importancia.

Como reflexionaba hace tiempo mi compañero Capreolus, estamos ahora mismo con las drogas como estábamos hace décadas con el alcohol. Vemos que hay correlaciones pero no acabamos de encontrar el mecanismo de causa y efecto, y en consecuencia las leyes son ambiguas y difíciles de conjugar con la realidad que tenemos, que comienza a ser preocupante.

Los efectos adversos para la conducción que tiene el consumo de marihuana están más que documentados. Alteran la percepción del entorno, por ejemplo en cuanto a cálculos de tiempo y espacio o en materia de percepción del color. Aumenta el tiempo de reacción, pudiendo llevar al conductor que la consume a un estado de fuerte somnolencia.

El cannabis altera la actividad cerebral, destacando entre sus efectos la euforia, la pérdida de inhibición, la disminución de la atención, de los reflejos y de la coordinación psicomotriz. A pesar de ser esta una droga psicodepresora, el consumo de marihuana puede dar lugar a la producción de alucinaciones dependiendo de variables como la dosis tomada, el tiempo de consumo o el estado anímico del consumidor. Y su síndrome de abstinencia puede dar lugar a inquietud, nerviosismo y temblores.

Sin embargo, se tiene la percepción social de que es una droga sin apenas efectos sobre la conducción. Quizá este sea el más grave de sus efectos: la aparente inocuidad que presenta. El cannabis se percibe como una droga menor, y mientras eso sea así el panorama que tenemos no variará demasiado.

Fuente | British Medical Journal
Foto | andronicusmax, Raquel Baranow

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