A 40 AÑOS DE LA TRAGEDIA DE LOS ANDES

Como lo fue su padre , Rafael Taboada es arriero y vive en El Sosneado , un pequeño pueblo del sur mendocino orillado a la cordillera andina . Hace 40 años , en una tarde gris de primavera , escuchó el sonido de un avión que rumbeaba hacia las montañas . Aunque no lo llegó a ver , le pareció que venía muy bajito , porque sonaban fuerte los motores , tanto que los tres perros fieles que lo acompañaban empezaron a ladrarles a las nubes .Después , según recuerda , al ruido se lo tragó el silencio . Aquello sucedió el viernes 13 de octubre de 1972 y ese avión que Taboada no llegó a ver era un Fairchild 571 , un turborreactor de dos motores arrendado por la Fuerza Aérea Uruguaya que se estrelló en la cordillera apenas unos instantes después de que ladraran los tres perros del arriero .A bordo viajaban cuarenta y cinco personas , la mayoría de ellas integrantes del Old Christians Rugby Club , un equipo de rugby formado por exalumnos de entre dieciocho y veintitrés años de un colegio religioso de Montevideo , que iban a Santiago de Chile para disputar un partido contra el Old Boys , Piloteada por el coronel Julio César Ferradas , la nave había partido desde el aeropuerto mendocino de El Plumerillo y tenía previsto seguir el llamado Paso del Planchón para cruzar el macizo andino y llegar luego a tierras chilenas .

Sin embargo , las pésimas condiciones climáticas de aquella tarde confundieron a Ferradas y estrellaron al avión contra las montañas , destrozando su cola y sus alas antes de precipitarlo en el Valle de las Lágrimas , una larga pendiente nevada situada a 3.500 metros de altura en las inmediaciones del volcán Tinguiririca y el cerro El Sosneado en pleno corazón cordillerano . Trece personas fallecieron inmediatamente en el accidente y otras cuatro murieron en la madrugada posterior al choque , entre ellos Ferradas y la casi totalidad de la tripulación .Después de ello , usando los restos golpeados del fuselaje como refugio , los veintiocho sobrevivientes lucharían por mantenerse vivos en una geografía hostil de hielos traicioneros y temperaturas extremas , sin víveres suficientes , abandonados al desamparo y aferrados a esperanzas débiles . Al cabo de setenta y dos días , dieciséis de esos sobrevivientes fueron rescatados de entre las montañas y abrieron las puertas a una historia convertida ya en merecida leyenda .

EL VALLE DE LAS LÁGRIMAS

Después de haberse precipitado a tierra en el Valle de las Lágrimas , el avión se deslizó varios cientos de metros por la nieve hasta detenerse por completo . La desaceleración fue brutal y , en la inercia , los asientos delanteros del Fairchild quedaron comprimidos contra la parte frontal , lo que causó la muerte inmediata de varios pasajeros o los hirió tan gravemente como para causar su deceso apenas unas horas más tarde . Seis personas fallecieron en el impacto dentro de la nave , mientras que otras siete lo hicieron al ser despedidas por la parte trasera del avión luego de que este perdiera su cola en uno de los golpes contra las montañas . En la mañana siguiente al accidente , ya habían muerto cuatro personas más y otras tres tenían su vida pendiendo de un hilo , entre ellas Fernando Parrado , quien había estrellado su cabeza contra el montaje de los equipajes y tenía una fractura de cráneo agravada por un edema cerebral permaneciendo en coma . Sin embargo , apenas tres días después , volvió de su estado inconsciente y terminó por recuperarse totalmente , tanto que fue uno de los dos expedicionarios que marcharon durante nueve días hasta los valles chilenos en busca de la ayuda final .            En los primeros días que sobrevinieron al choque , Marcelo Pérez fue el encargado de organizar a quienes habían resultado ilesos para ayudar a los heridos y despejar el fuselaje , de forma de pasar allí las noches necesarias hasta que los rescataran . Pérez ,que era el capitán del equipo de rugby , confiaba en que los rescatistas ubicarían prontamente al avión , algo que no se dio porque los datos que poseían en la torre de control de Santiago de Chile eran erróneos .»Antes del accidente , el piloto había informado que nos estábamos dirigiendo ya hacia el oeste de Chile cuando , en realidad , todavía estábamos en territorio argentino .Ese dato equivocado fue el que orientó a los rescatistas a buscarnos en un lugar que estaba a 100 kilómetros del Valle de las Lágrimas . Por eso nunca nos encontraron «, dijo tiempo después Gustavo Zerbino , uno de los que sobrevivió a la tragedia . LLevadas a cabo por aviones chilenos que sobrevolaron varias veces la zona con el objetivo de avistar los restos del Fairchild,    aquellas  infructuosas misiones de rescate se extendieron por ocho días , hasta que el sábado 21 de octubre decidieron suspenderlas en vista de la falta de resultados positivos. Dos días más tarde , Gustavo Nicolich escuchó la noticia de la suspensión en una radio portátil que tenían en la montaña . Aquel fue un golpe duro , pero sirvió para que los sobrevivientes supieran que desde entonces su salvación dependería exclusivamente de ellos y de su fuerza de voluntad para superar la adversidad . Nadie vendría a buscarlos .

DECIDIDOS  A  VIVIR

El domingo 22 de octubre , cuando en Chile ya habían anunciado el fin de las operaciones de búsqueda y rescate , los sobrevivientes tomaron una de las decisiones más trascendentes de la epopeya .Reunidos en el interior del fuselaje , varios coincidieron en que debían utilizar los cuerpos de los muertos como alimento , ya que los víveres estaban comenzando a escasear y la montaña no era más que un páramo sin nada comestible para aprovechar . «Cuando surge la idea de alimentarnos con los cadáveres , a mí no me resultó nuevo . La base teórica la traía de antes , porque había leído sobre metabolismo en Medicina , que era la carrera que estudiaba . Conocía el ciclo de Krebs , sabía que la proteína se puede transformar en azúcar y la grasa se puede convertir en proteína ,y que podíamos sobrevivir con una dieta única a base de carne sin caer en la inanición», recuerda Roberto Canessa en el libro La Sociedad de la Nieve , publicado treinta y cinco años después de la tragedia . En ese mismo libro , señala también que aquella traumática decisión los obligó a comenzar por comer los músculos de los muertos para luego , a medida que los cuerpos iban siendo destrozados por la necesidad de vivir , seguir con las vísceras y , finalmente , con el cerebro , al que llegaban después de tener que quebrar el cránero a hachazos . Por aquellos días , también , empezaron a llevarse a cabo expediciones que en un principio tuvieron por objetivo localizar la cola del avión – en la que se suponían estaba la batería que les permitiría hacer funcionar la radio del Fairchild que habían encontrado en la cabina del piloto – y más tarde , buscar una salida por las montañas hacia el Oeste , en dirección a Chile , esto debido a que los sobrevivientes creían erradamente que se encontraban más cerca de territorio chileno cuando , en realidad , las distancias para descender de la cordillera eran menores hacia el lado de la Argentina . Numa Turcatti , Daniel Maspons y Gustavo Zerbino fueron los elegidos para emprender aquella primera salida , siguiendo el rastro dejado por el avión al deslizarse por la nieve . En su camino hallaron los cuerpos de algunos de los que habían fallecido al caer el avión y regresaron dos días más tarde sin haber encontrado la cola de la aeronave . Desde entonces , tuvieron lugar otras varias expediciones que culminaron con la última , la que llevaron a cabo Parrado y Canessa , que duró nueve días y fue la que posibilitó el rescate de los sobrevivientes .

EL  ALUD  DE  NIEVE

En las últimas horas del domingo 29 de octubre , cuando ya habían pasado más de dos semanas del accidente , una nueva tragedia sacudió al grupo de sobrevivientes . Esa noche , mientras todos dormían en el interior del fuselaje , un alud se precipitó desde lo alto de las montañas y sepultó casi por completo los restos del Fairchild . Solo uno no quedó cubierto por la nieve , Roy Harley , quien desesperadamente comenzó a cavar con sus manos para rescatar de la asfixia a los que habían quedado atrapados . «Esa noche me había quedado dormido con la mano izquierda hacia arriba , porque a los costados no cabían los dos brazos . Vino la avalancha , me cubrió , y conocí a la muerte más cerca que nunca . Lo que vi y sentí fue de las experiencias más extrañas y dulces que he tenido en mi vida . Ese relajarse y dejarse ir , esa paz absoluta , diferente a todo lo que he conocido , hasta que despierto de ese viaje sin destino porque Roy me toma de la mano que asomaba de la superficie y se quiebra ese encantamiento y vuelvo al infierno» , relata Ramón Sabella en uno de los pasajes más dramáticos de La sociedad de la nieve . Ocho personas murieron aquella noche del alud , entre ellos Marcelo Pérez , el capitán del Old Christians Rugby Club que tan importante había sido para el grupo en los días inmediatamente posteriores a la caída del avión . Los días que siguieron al alud envolvieron a los sobrevivientes en un mundo oscuro . El fuerte temporal que azotaba afuera no los dejaba salir del fuselaje y hubo entonces que comer carne de los muertos recientes , aquellos que hasta hacía unas horas habían compartido con ellos la esperanza de salir de allí y que en esa noche del 29 de octubre fueron enterrados sin remedio por la nieve . Solo el miércoles 1 º de noviembre , cuando al fin mejoró el tiempo , se pudo quitar la nieve del interior del Fairchild y sacar los cadáveres al exterior , para apilarlos junto al resto de los muertos . A principios de noviembre , cuando ya el verano empezaba a aproximarse y se desvanecían inexorablemente  las fuerzas de los que aún quedaban vivos , el grupo decidió que había que intentar una expedición definitiva hacia el Oeste , hacia los verdes valles de Chile que estaban al otro lado de las cumbres , para buscar ayuda . Fernando Parrado , Roberto Canessa y Antonio Vizintín , fueron los elegidos . Durante algo más de un mes , se fue preparando el viaje , se tejió una gran colcha para que los expedicionarios se protegieran del frío de las noches , se prepararon las raciones  que los tres llevarían en la travesía y se les cedieron los lugares más cómodos y abrigados para dormir en las noches dentro del fuselaje .El 12 de diciembre , la expedición se puso en marcha con rumbo poniente .Durante los dos primeros días , el trío subió la empinada ladera de una alta montaña detrás de la que soñaban  ver signos de civilización . Sin embargo , solo alcanzaron a ver más picos nevados ,Parrado y Canessa  decidieron entonces que Vizintín regresara al fuselaje para poder ellos contar con sus raciones de alimentos . El domingo 17 de diciembre , cuando hacía ya cinco días que estaban caminando , los dos expedicionarios llegaron hasta un valle en el que vieron un pequeño arroyo orillado por musgos y juncos . Era el primer signo de vegetación que veían desde el infausto día del accidente . Dos días después , Canessa avistó a lo lejos un grupo de vacas y encontró una lata vacía de sopa y una herradura de caballo , en aquel momento , ambos sintieron que la salvación estaba muy cerca y el miércoles 20 de diciembre divisaron , al otro lado del río que habían venido ladeando , a un arriero que los observaba extrañado . Preso de la emoción , Parrado le gritó una y otra vez , pero el ruido del agua que corría y la distancia entre ambas orillas silenciaban las voces . Por eso , tomó una piedra y la arrojó a la otra ribera , envuelta con un papel en el que escribió : Vengo de un avión que cayó en las montañas . Soy uruguayo . Hace 10 días que estamos caminando . Tengo un amigo herido arriba . En el avión quedan 14 personas heridas . Tenemos que salir rápido de aquí y no sabemos cómo . No tenemos comida . Estamos débiles . ¿Cuándo nos van a buscar arriba ? Por favor , no podemos ni caminar . El arriero , cuyo nombre era Sergio Catalán , les arrojó un poco de pan , les hizo señas de que entendía el mensaje y salió en búsqueda de ayuda hasta el retén de Puente Negro , a cargo de carabineros chilenos . Esa misma noche , Parrado y Canessa durmieron en una humilde cabaña de El Maitén , una región de la precordillera chilena , después de haber caminado más de 55 kilómetros desde el Valle de las Lágrimas . Y dos días más tarde , en varios helicópteros de la Fuerza Aérea Chilena , los 14 sobrevivientes que aún quedaban en el desecho fuselaje del avión serían rescatados al fin de esas montañas en las que habían caído aquel 13 de octubre de 1972  , después de 72 días conviviendo con la muerte ,…….. luchando por sobrevivir .

Fuente : Revista — Muy  Interesante .

Por Carlos W. Albertoni .

Deja un comentario